lunes, 24 de junio de 2013

EN BASE A LO TRABAJADO EN CLASE, LEE Y ESCRIBE UN COMENTARIO DEL SIGUIENTE PASAJE.
El hombre miró la hora: tenía por delante veinticinco minutos antes de la salida del tren. Se levantó, pagó el café con leche y fue al baño. En el cubículo, la luz mortecina le alcanzó su cara en el espejo manchado. Maquinalmente se pasó la mano de dedos abiertos por el pelo. Entró al sanitario, allí la luz era mejor. Apretó el botón y el agua corrió. Cuando se dio vuelta para salir, de canto contra la pared, descubrió el libro. Era un libro pequeño y grueso, de tapas duras, anormalmente pesado. Lo examinó un momento. No tenía portada ni título, tampoco el nombre del autor o de la editorial. Intrigado, bajó la tapa del inodoro, se sentó y pasó distraído las primeras páginas. Miró el reloj. Faltaba para la salida del tren. Se acomodó y leyó partes al azar, con mayor atención. Sorprendido reconoció coincidencias. Volvió atrás. En una página leyó nombres de lugares y de personas que le eran familiares;más todavía, con el correr de las páginas encontró escritos los nombres de pila de su padre y su madre. Unos tres capítulos más adelante apareció completo, sin error posible, el de Gabriela. Lo cerró con fuerza; el libro le producía inquietud y cierta repugnancia. Quedó inmóvil mirando la puerta pintada toscamente de verde, marcada por inscripciones de todo tipo. Pasaron unos segundos en los que percibió el ajetreo lejano de la estación y la máquina express del bar. Cuando logró calmar un insensato presentimiento, volvió a abrirlo. Reconoció las páginas sin ver las palabras. Finalmente sus ojos cayeron sobre unas líneas: En el cubículo, la luz mortecina le alcanza su cara en el espejo manchado. Maquinalmente se pasa la mano de dedos abiertos por el pelo. Se levantó de un salto. Con el dedo entre las páginas fue a mirarse asombrado al espejo, como si necesitara corroborar con alguien lo que estaba pasando. Volvió a abrirlo. Se levanta de un salto. Con el dedo entre las páginas va a mirarse asombrado… el libro cayó dentro del lavatorio transformado en un objeto candente. Lo miró horrorizado. Su tren partía en diez minutos. En un gesto irreprimible que consideró de locura, recogió el libro, lo metió en el bolsillo del saco y salió. Caminó rápido por el extenso hall hacia la plataforma. Con angustia creciente pensó que cada uno de sus gestos estaba escrito, hasta el acto elemental de caminar. Palpó el bolsillo deformado por el peso del libro y rechazó, con espanto, la tentación cada vez más fuerte, más imperiosa, de leer las páginas finales. Se detuvo; faltaban tres minutos para la partida. Qué hacer. Miró la gigantesca cúpula como si allí pudiera encontrar una respuesta. ¿Las páginas le estaban destinadas o el libro poseía una facultad mimética y se refería a cada persona que lo encontraba? Apresuró los pasos hacia el andén pero, por alguna razón inexplicable, volvió a girar y echó a correr con el peso muerto en el bolsillo. Atravesó el bar zigzagueando entre las mesas y entró en el baño. El libro era un objeto maligno en su mano; luchó con el impulso casi irrefrenable de abrirlo en el final y lo dejó en el piso, detrás de la puerta. Casi sin aliento cruzó el hall. Corrió por el andén como si lo persiguieran. Alcanzó a subir al tren cuando dejaban la estación atrás y salían al aire abierto; cuando el conductor elegía una de las vías de la trama de vías que se abrían en diferentes direcciones. (EL LIBRO : Sylvia Iparraguirre, en El límite de la palabra (2007))

7 comentarios:

  1. Un fragmento del libro “El límite de la palabra” escrito por Sylvia Iparraguirre y publicado en el año 2007 tiene como tema principal el destino y el azar. Durante toda su extensión se hace referencia al mundo físico y metafísico.
    A través de los lugares descritos se transmite la noción de la existencia de mundos paralelos, el mundo físico y el metafísico. Estos son el libro y la estación. El primero es considerado un lugar, porque en él se encuentra escrita toda la vida del personaje y donde ésta tiene lugar. El libro representa al mundo metafísico, el cual es un espacio psicológico. Muy por el contrario, la estación representa al mundo físico, siendo esta un espacio lógico. Los objetos, también cumplen un rol muy importante. Estos son el reloj, el espejo, el tren y sus vías, siendo los dos primeros los más importantes, ambos repetidos frecuentemente. El reloj marca el ritmo del relato y representa el tiempo (hay dos tiempos). Uno es el tiempo de la historia contada en el libro y otro es el que hace referencia a lo que está viviendo el personaje en esa instancia. Ambos son cronológicos, a diferencia que el primero es ficcional y se plantea que nuestra vida esta prescrita y el segundo es un tiempo real y plantea lo contrario. El tren representa la vida; y sus vías las opciones de vida. Otro elemento muy importante, el espejo representa un reflejo que nos transmite la teoría del espejo. En la historia hay dos personajes muy importantes, el conductor del tren y el protagonista, este último sin nombre; al igual que su padre, madre y Gabriela, de los cuales no se especifica y sólo se mencionan en el libro encontrado en el baño. El Conductor, como su nombre lo dice, conduce el tren (la vida), por lo tanto representa al destino. Y con esto llegamos a otro punto principal que transmite el texto, el conflicto existencial, ya que si existe el destino, nuestra vida no tiene sentido. Por último analizamos las acciones o situaciones, que en este caso serían el ir al baño, mirarse al espejo y posteriormente encontrar el libro las más importantes, ya que de no ser así la historia no se habría podido desarrollar. Con estas acciones se confirma la existencia del destino, pero después se niega, cuando el protagonista deja el libro y decide creer en el azar. La autora también hace referencia en este fragmento a la noción del autor y discute la realidad, ya que cada individuo va a interpretar de diferente manera lo que cuente el autor.
    En conclusión, este texto a través de objetos, lugares y acciones reales y ficcionales despierta en nosotros muchas preguntas que tal vez nunca se podrán responder. Preguntarse sobre la existencia del destino y el sentido de la vida, es una cosa inevitable en los seres humanos y en algún momento no encontrarle respuesta también. Pero en este relato Sylvia Iparraguirre trata de alguna forma de darle sentido, cuando el protagonista deja el libro y decide creer en el azar, es decir creer en la ficción.

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  2. El fragmento del cuento “El Libro” escrito por Sylvia Iparraguirre, tiene como tema principal el destino y el azar. En este fragmento podemos notar la existencia de dos mundos paralelos uno que es el mundo físico y el otro el mundo metafísico.
    El cuento toma lugar en una estación de trenes que representa al mundo físico y real donde pasan todos los hechos. El tiempo es marcado por el reloj que también marca el ritmo de la historia. En este instante el tiempo es cronológico y describe lo que dice el relato y la realidad. La historia cobra sentido cuando el protagonista (en este caso no tiene un nombre) entra al baño, se mira al espejo y encuentra a su costado un libro. Por curiosidad decide abrirlo. Es en ese momento que se da encuentra todos los sucesos que habían pasado. También encuentra escritos de su pasado, de sus padres y de Gabriela. Es allí que se confirma la existencia del destino. El libro por su parte representa un mundo metafísico y psicológico. Su tiempo es cronológico, ya que nos cuenta el orden de como pasaron los sucesos y prescribe el destino del protagonista.
    El protagonista siente curiosidad por volver a ver las páginas de su destino, es por ello, que decide llevarse el libro. Sin embargo el siente que está llevando un peso consigo mismo. Es en ese instante que siente repugnancia por el libro. Descubre que al estar descrito su destino su vida ya no tiene sentido y tiene un conflicto existencial. Decide acabar con su destino y cree en el azar. Deja el libro en el hall y se marcha al tren. El tren representa la vida, las vías de este representan los caminos del destino y el conductor es el que elige el destino del protagonista.

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  3. En el fragmento del libro “el límite de la palabra” escrito por Sylvia Iparraguirre publicado en el año 2007 en el cual el tema principal es el destino y el azar. El fragmento habla de mundos paralelos planteados atreves de un libro representando el mundo metafísico en lo físico y además con la estación de trenes como un mundo físico en lo lógico.
    Se discute además la realidad de lo real lo que produce conflictos existenciales resultantes del puente o conexión de lo real y la realidad como por ejemplo el libro que se representa de distinta forma en las mentes de cada lector .El conductor del tren se define como el algo que elige el destino de cada uno pero no está representado de ninguna forma por lo que deja al lector una realidad para imaginar.
    Al dejar el libro abandonado el autor representa la elección del personaje en negar la existencia del destino y elegir el azar que es un elemento ficcional porque si el destino para el no existe la vida del personaje no tiene sentido.

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  5. El tema que nos propone Sylvia Iparraguirre en el fragmento “el libro” es el de la existencia del destino y el azar. Proponiendo también una noción de mundos paralelos. Que vendría a ser la conexión de lo metafísico y lo físico. El libro donde está escrita la vida de las personas es un espacio psicológico, que cuenta una realidad metafísica. Mientras la estación de trenes viene a ser un espacio lógico en el fragmento. La estación representa el lado físico y a su vez el futuro. La presencia de un reloj a lo largo de la historia representa el tiempo cronológico del fragmento e igual que los espacios lógicos y psicológicos representa una realidad metafísica y físico que vienen a ser el tiempo del relato y el tiempo del libro. Hay 2 acciones cruciales en todo el fragmento que son el descubrimiento del libro y la lectura de este y el desprendimiento del mismo. Cuando el protagonista coge el libro y lee un poco y comprueba que sus acciones están escritas ahí, simboliza una aceptación del destino. Y al mirarse al espejo para comprobar estas acciones simboliza las existencias de mundos paralelos a través de la teoría del espejo. La segunda acción crucial es el desprendimiento del libro, que es cuando el personaje decide dejar el libro. Rechazando por completo la existencia de un destino. Luego el protagonista va a tomar el tren esto simboliza la completa aceptación del azar ya que como las vías del tren, la vida puede que te dirija a un camino inesperado que forjaste con tus acciones.

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  7. El fragmento del libro "El límite de la palabra" escrito por Silvia Iparraguirre llamado " El libro" discute el azar y el destino. Al hablar del tema la autora nos lleva a la noción de la existencia de mundos paralelos, discutiendo la función del espejo como conexión entre un mundo real y un mundo ficticio.
    Este concepto de la teoría del espejo cuestiona la existencia de la realidad y lo real. En este caso observamos dos lugares, uno metafísico y el otro físico, el libro representa lo psicológico y la estación lo físico. Siendo la mitad el espejo, el modo de reconocer cual es la realidad y cual su reflejo. El protagonista encuentra el libro como si estuviera predestinado a hacerlo, aquí la autora nos demuestra la existencia del destino. Explorar el libro lleva al protagonista a tener un conflicto existencial, pues siendo el contenido del libro el destino de este, la vida del personaje perdería sentido pues ya está escrita y no tendrían valor las decisiones que tome este en el futuro. Y nos planteamos esta pregunta: ¿Quién escribe el libro? ¿Nos cuestiona la existencia de un ente que todo lo sabe? Ante el pánico de que su vida se torne banal, el protagonista niega la existencia del destino, decidiendo así vivir al azar, creyéndose dueño de su destino, sabiendo que está viviendo en una mentira. Así la autora nos niega la existencia del destino
    Finalmente el autor nos plantea la figura de un conductor de trenes, para mostrarnos que nadie es dueño de su destino

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